Las generaciones anteriores crecieron en un medio en que la poesía no era algo lejano y ajeno sino formaba parte natural de la vida. Canciones de cuna, adivinanzas, recitaciones, epigramas, lectura en voz alta, pruebas de ingenio estaban en el trasfondo de la vida cotidiana. Los medios electrónicos, que han acercado a millones de formas de arte antes vedadas para la mayoría, han reducido por contraste el público natural de los poetas. Sin embargo, la poesía debe estar de nuevo al alcance de las niñas, los niños y los jóvenes porque es la mejor manera de dominar su lengua materna y, por tanto, adquirir un pensamiento claro y libre. Julio Trujillo, un poeta que es joven también, eligió de entre los doce libros de José Emilio Pacheco publicados por Era, estas páginas para que los nuevos lectores y lectoras empiecen a disfrutar de la poesía, una afición que, adquirida a tiempo, nos acompañará a lo largo de toda la existencia. La poesía no son las letras negras en la página blanca, sino lo que nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia hacen con ellas. En palabras de Trujillo, la poesía es, como la música y la pintura, una manera de ver y de sentir el mundo. Si un globo es un pedazo de plástico al que si le infundimos nuestro aire se convierte en una esfera perfecta y capaz de volar, leer poesía es darle vida a algo que espera nuestra ayuda entre las páginas de un libro. Los poemas que forman Gota de lluvia ciertamente no fueron escritos para el público infantil y juvenil. Pero si quienes lo integran se dejan llevar por su lectura, la mirada les va a cambiar, aprenderán a ver cosas distintas en donde antes veían nada más lo cotidiano. Tal vez al leer Gota de lluvia entenderán mejor el mundo y empezarán a conocerse a sí mismos.